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El sector farmacéutico exige al traductor no sólo un perfecto dominio de sus idiomas de trabajo, sino también vastos conocimientos de diversas disciplinas como medicina, química, matemáticas, bioestadística, biología, epidemiología, técnicas de laboratorio, etc. La formación literaria u orientada a las humanidades, la más común en el sector de la traducción, no proporciona armas suficientes para afrontar los documentos científicos más complejos. Se ha creado una brecha considerable entre las expectativas de las compañías farmacéuticas y el nivel de calidad que éstas pueden encontrar en el mercado de la traducción.
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